jueves, 28 de julio de 2016

La corrupción volvió a matar

O P I N I Ó N

                                                                                                               Jesús Rojas Rivera

De nuevo la tragedia, cinco trabajadores de la construcción que no debieron morir. Hoy hace una semana, Culiacán fue testigo de otro accidente, un nuevo escándalo en la administración de Sergio Torres tras el colapso de una estructura en una construcción ilegal en el hotel Tres Ríos de esta capital.

Las víctimas eran jornaleros agrícolas que cambiaron las artes del campo por la pala y la cuchara, así es la pobreza, obliga a las personas a buscar fuentes de empleo de formas muy distintas. Los trabajadores que murieron lo hicieron en su digna labor, por la negligencia de los “profesionistas” a cargo de la obra y sin duda, por la permisividad de una autoridad que no hizo su trabajo.
El hotel no tenía permiso para iniciar con obras de construcción afirmó sin empacho el Alcalde. La responsabilidad de la revisión de los permisos de esa y otras obras es del Ayuntamiento, pero los funcionarios municipales fueron omisos igual que en el caso del espectacular de la empresa Royal Yak que cobrara la vida de don Luis, un trabajador de la SEPyC que falleció al caerle una estructura colocada de manera ilegal.

Dos elementos comunes en los casos: El primero es que los particulares lograron evadir la acción de la autoridad municipal, y con la omisión de los reglamentos los hechos condujeron a tragedias lamentables donde se perdieron vidas humanas.

El segundo es que Sergio Torres no ha iniciado ni tiene para cuándo iniciar siquiera un proceso administrativo contra los responsables por omisión. Muy a su estilo, el Alcalde asume la responsabilidad de un equipo que ha probado ser ineficiente y ha dibujado claramente el rostro de la corrupción. 

No podría afirmarlo, pero tenemos el absoluto derecho de pensarlo. Los actos tal como se han presentado tienen el tufo de la corrupción en sus adentros, hechos que se repiten y se perdonan, reglamentos que se omiten y actuaciones que nunca llegan. Eso y la protección de los responsables solo nos pueden llamar a pensar en el jugoso negocio de la omisión gubernamental.

¿Cuántos millones están en juego? ¿Cuánto podrá generar actos de corrupción como los que es pertinentes sospechar? Más allá de ello, lo que nos debe preocupar de esta autoridad permisiva es su falta de responsabilidad en algo que hemos visto puede llevar a pérdidas irreparables. Estamos todos seguros que en Culiacán muchas obras funcionan sin permisos, muchos negocios operan sin permiso, muchos espectaculares se colocaron si permiso y mucho dinero se genera en la permisividad de los ojos cerrados.

Desafortunadamente para las familias de los afectados el accidente ocurrió en Sinaloa, en donde más del 88 por ciento de los delitos quedan impunes. Siendo personas de bajos recursos, con mínimas posibilidades de defensoría legal, la justicia es un sueño que parece imposible. En el devenir de estos días nos hemos dado cuenta cómo nadie ha visto por ellos, ni la empresa constructora, ni el hotel y mucho menos las autoridades, quienes ven a los afectados como enemigos de sus intereses. Como si los hombres que murieron lo hicieron pensando en degradar más, la de por sí ganada imagen de autoridad ineficiente. 

Para concluir quiero responderle al Diputado local Manuel Osuna en lo declarado en tribuna sobre el caso: “que la Ley se aplique también en los empresarios”. Tiene razón Diputado, la ley debe aplicarse parejo, para los que faltaron a su responsabilidad al no pedir permisos y tener desprotegidos a sus trabajadores. Pero la primera etapa en la sanción la pone el Ayuntamiento no permitiendo que las cosas ilegales continúen. La piedra angular para que estas tragedias no ocurran está en esos que usted defiende. Y sí, tiene usted razón: en los periódicos escribimos y escribimos y volvemos a escribir que la corrupción de funcionarios mata, que cualquiera puede ser la víctima y que los únicos facultados para poner en orden a los particulares que pretenden burlar la ley son las instituciones del Estado. Para eso nacieron y para eso existen, lo malo es que cuando se venden o se corrompen no sirven. Luego le seguimos...

viernes, 15 de julio de 2016

Aquí también hay populismo, Dr. Robles

O P I N I Ó N

                                         Jesús Rojas Rivera

Hace un par de días leía con atención la columna “Poliarquía”, espacio de expresión del Secretario del Ayuntamiento de esta municipalidad, doctor Guadalupe Robles. En total franqueza, afirmo que no soy asiduo a su lectura porque la expresión académica que permanece tibia ante los errores y abusos del poder no está en mis preferencias editoriales. Pero el título de esa entrega me llamó la atención: “¿Qué es el populismo?”. Sobre ella quisiera compartirle algunas breves reflexiones.

Tal como lo afirma el doctor Robles, el populismo es un concepto difícil de explicar, pero no por ello deja de tener definición en mi Ciencia madre. De entre todas, la más pertinente la encuentro en lo expuesto por mi profesora, la doctora Flavia Freidenberg, catedrática en la Universidad de Salamanca, quien afirma que: “El populismo puede ser entendido como un tipo de liderazgo caracterizado por la relación directa, carismática, personalista y paternalista entre líder-seguidor, que no reconoce mediaciones organizativas o institucionales, que habla en nombre del pueblo, potencia la oposición de este a los ‘otros’, busca cambiar el estatus quo dominante, donde los seguidores están convencidos de las cualidades extraordinarias del líder y creen que gracias a ellas, los métodos redistributivos y/o el intercambio clientelar que tienen con su líder, conseguirán mejorar su situación personal o la de su entorno”.

El populismo se puede expresar de múltiples formas: A) como movimiento social, B) como discurso ideológico, C) como estrategia política, D) como manifestación de cultura política y las más importantes en las cuales particularizaré en este espacio: E) como forma de interacción gubernamental o política pública y F) como política monetaria o de gasto público.

Cuando el doctor Gudalupe Robles escribió atinadamente de populismo en su columna, no pude dejar de pensar en nuestros populistas locales. Como lo debe saber el doctor, los populismos nacen con mayor frecuencia en democracias no consolidadas. Nuestro País tiene a sus populistas, también nuestro estado y podría bajo la definición antes expuesta, argumentar que nuestra municipalidad tiene en ejercicio del poder a un Alcalde con rasgos de esta naturaleza política.

Como es pertinente argumentaré mis reflexiones: El Alcalde de nuestro municipio tiene un discurso de confrontación contra las élites, es de conocimiento público que en múltiples ocasiones ha dicho que los “ricos” de Culiacán no pagan impuestos y son los que más exigen servicios. Enarbola la bandera de los “pobres” como sinónimo de cumplimiento y responsabilidad en el pago de impuestos municipales y eso es cuando menos una verosimilitud. El discurso populista confronta y no incluye, lleva a polos sociales a enfrentarse para ganar réditos en la batalla. Tal como lo hace Sergio.

Nuestro Alcalde ha generado un esquema de gasto irresponsable que tiene a Culiacán en una crisis financiera única en la historia, que ha reducido de forma marginal la deuda a largo plazo, pero ha incrementado de manera abusiva la pagadera a corto plazo. Yo le digo al doctor Robles que uno de los rasgos típicos de los populistas es el desorden financiero y la irresponsabilidad en el gasto. Comprometen porque saben que ellos no lo van a pagar, gastan y endeudan porque no son personas de instituciones, buscan poner en alto, a toda costa, el legado de su pequeño paso por el poder.

Además de la irresponsabilidad financiera, sus actos y decisiones políticas se acompañan también de acciones y medidas que buscan “trascender” en la historia, generando íconos o insignias que perdurarán más allá de su ejercicio. Algunos se construyen hemiciclos, le mandar poner su nombre a un estadio, rebautizan calles o crean figurines para “rescatar los valores” y generar “identidad en la ciudad”. Para nuestro caso local, léase el “morrín”.

En lo único que no cuadraría mi comparativa es en lo siguiente: la teoría de la Ciencia Política dice que los populistas tienen como característica el respaldo de una nutrida masa social que los apoya independientemente de sus aciertos o desaciertos. Los populistas buscan estar, a costa de su carisma, bien con la mayoría. Esto definitivamente no cuadra en el caso de Culiacán. En esas raras formas que tiene el estudio de la política, podría afirmar que en nuestra capital tenemos un Alcalde populista-impopular. Luego le seguimos...

viernes, 8 de julio de 2016

Hace un año partió Ramón

O P I N I Ó N

                                                                                                                Jesús Rojas Rivera

Los días de hospital son difíciles y a mí me tocó acompañarlo nada más los últimos 25. Ayer se cumplió un año de aquella mañana triste cuando declararon muerto a Ramón Eduardo Guevara en un hospital de Culiacán.
Ramón era mi amigo, el primer periodista que abrió las puertas de su cabina para darme voz pública en los medios de comunicación. En su carrera, mi amigo escribió para varios rotativos y tenía un programa de radio donde la audiencia lo seguía fielmente. Era un periodista agudo, reflexivo y muy simpático, el estilo de su crítica era una exposición de sátira difícil de expresar con palabras. Siempre tuvo encontronazos con el Gobierno en turno, invariablemente el partido en el poder.

En esta misma columna he escrito antes sobre el problema que el Alcalde cobarde que gobierna nuestro Escuinapa tuvo con Ramón Eduardo. En otras entregas he dado detalles de la mezquindad de un político que ante las duras críticas del periodista pretendió censurarlo estando él enfermo de cáncer, motivo por el cual la CNDH abrió una investigación que fue turnada al órgano local.

No quiero abundar en detalles de los antecedentes, hoy quiero exponer sobre los resolutivos que la Comisión Estatal de los Derechos Humanos hizo respecto al caso CEDH/VIII/200/2015, donde se acredita la violación de los derechos humanos del periodista y la Comisión fija su postura en el sentido “de que todas las autoridades asuman el compromiso de respeto a la libertad de expresión”.

De lo anterior el organismo garante de los derechos humanos en Sinaloa decretó la reparación del daño por las violaciones a lo previsto en el tercer párrafo del artículo 1ro. De la Constitución Política Mexicana. A poco menos de siete meses de lo decretado, el Presidente Municipal sigue dando largas y es tiempo que no cumple con la sanción impuesta por la Comisión.

Bonifacio Bustamante es un político mediocre que representa los valores más rancios de la política sinaloense, su carrera comenzó en una alcaldía y terminará con ella, estos casi tres años en el cargo público nos mostró el rostro de la infamia, tal como dijo Nicolás Maquiavelo, la historia nos dio la oportunidad de conocerlo a través del espejo del poder.

Bustamante pretenderá cerrar un ciclo con el pueblo alzado en protestas, señalado como el peor Alcalde en la historia de la municipalidad y con múltiples cuentas por saldar como la desaparición de más de tres millones de pesos de las cuentas municipales en un supuesto “hackeo” bancario. 

Para poca fortuna del edil y las aspiraciones de impunidad que persigue podrán ser enfrentadas en la Cámara local por la diputada electa, la escuinapense Francisca Ayón, quien se comprometió con los electores del distrito a poner en la cárcel a los políticos corruptos que hubieran malversado fondos públicos.

Veremos en el camino qué depara el futuro para cada uno de los actores políticos involucrados. Por lo pronto, el tiempo corre, mi amigo descansa y no terminamos de acostumbrarnos a su ausencia. Dicho por él mismo: “Independientemente del resultado de mi caso, la lucha debe ser para que nunca más un Alcalde violente el derecho a la libertad de expresión en Sinaloa, ni de los periodistas, ni de nadie”. Por eso es que pasado un año del día de su partida nosotros seguimos exigiendo justicia. Luego le seguimos.

viernes, 1 de julio de 2016

El hijo del papá



O P I N I Ó N

                                                                                                                  Jesús Rojas Rivera

Corrupción, prepotencia y abuso de poder son elementos indisolubles que acompañan los anti-valores de la democracia. Sinaloa está plagado de políticos formados en la vieja escuela: abusivos, tramposos, corruptos y vulgares. La formación del ente político además de instruirse en las ciencias y la jurisprudencia, debe formarse en la universalidad de los valores éticos y la sensibilidad sobre lo social, dijo Azorín a principios del siglo pasado.

Es evidente que muchos de los políticos sinaloenses han aprendido el arte de la política de oídas, son servidores públicos líricos y empíricos, que han aprovechado la oportunidad para abrirse paso en un sistema construido al “ahí se va”. La vieja escuela los educó en modelos de enseñanza que les dejó por lo general tres características: A) Presumidos, B) Ineficientes y C) Cretinos.

Esta semana, Sinaloa observó dos casos que ejemplifican a la perfección esto a lo que hoy me refiero. Por un lado, el hijo del expresidente municipal de Concordia, exdiputado local y actual delegado federal de la SEP, y por el otro, el de un misterioso funcionario que, cobardemente, sigue sin dar la cara respecto a una infracción de tránsito por la que pidió no ser sancionado. 

El hijo del papá. “Sí, todo aquel que ofende a mi presidente Peña Nieto y mi superior y admirable Aurelio Nuño cae de mi gracia. Los amo, gracias a ellos gano 3 veces más y voy por más en lo que dure la reforma educativa”, es el mensaje que presumió en redes sociales Francisco Medina Soto hijo del delegado de la SEP en Sinaloa Eligio Medina Díaz. El texto lo describe de cuerpo entero: un muchachito servil ante los poderosos y arrogante frente a los que pagamos con nuestros impuestos el sueldo triplicado que se embolsa por el influyentismo. ¿Qué sería de su carrera sin las relaciones del papá?

Mientras el “junior” se jacta de las bonanzas económicas que le ha dejado la reforma educativa, en Sinaloa 536 escuelas no tienen servicios sanitarios, al menos 726 no cuentan con energía eléctrica, 5 de cada 10 jóvenes de secundaria no desarrollan adecuadamente sus habilidades matemáticas y apenas 1 de cada 10 menores con capacidades diferentes recibe educación especial. 

Y mientras el hijo del delegado de la SEP se desvive en elogios para el Presidente de la República y Aurelio Nuño, su padre enfrenta uno de los compromisos más exhaustivos en la historia educativa del país: la implementación de una reforma que debe cambiar la historia de México y de Sinaloa.
Según la asociación por la mejora educativa “Mexicanos Primero”, Sinaloa tiene más de 12,028 plazas fantasmas, es decir, sueldos que se cobran sin que alguien cumpla con la responsabilidad laboral. Además, según el Índice de Cumplimiento de la Responsabilidad Educativa (ICRE), nuestra entidad federativa tiene apenas 5.8 puntos de 10 posibles en infraestructura educativa y aprendizaje escolar. 

Algunos profesores y burócratas bien acomodados, como “Eligito”, pueden presumir que cobran tres cheques o ganan tres veces más que el resto de sus compañeros. Pero también es verdad que en Sinaloa es común que los profesores “de a pie” que están en activo, al frente de grupo y trabajando bajo condiciones difíciles, se les retrase el sueldo y se queden sin cobrar sus quincenas durante tiempo indefinido. 

La reforma educativa nace, precisamente, del reclamo social respecto al modelo fallido que imperó –e impera- en México durante muchos años. Ese modelo que otorgó plazas a hijos de sindicalistas sin mayor mérito que la herencia, que permitió que los sindicatos de la educación manejaran millones de pesos en recursos públicos en cuentas privadas. Sinaloa tiene ejemplos claros de enriquecimiento al amparo de la nómina magisterial.

Eligio –padre- ya pidió disculpas por el cinismo de su hijo, Eligio –hijo- salió a declarar que se trató de “una bromita”. Si el primero fuera un político serio y el segundo un servidor público profesional, ya hubieran renunciado por decencia, porque lo exhibido va más allá de una burla a los profesores mal pagados y las evidentes carencias de la educación pública en Sinaloa, porque en ese arrebato pretensioso, hijo y padre exhibieron exactamente lo que la reforma educativa persigue y quiere eliminar. Luego le seguimos…