viernes, 15 de enero de 2016

La extradición anodina

OPINIÓN 
                                                                                                                                       J E S ú S   R O J A S   R I V E R A 


Tan acostumbrados estamos a la corrupta y mediocre impartición de justicia en México que nuestra exigencia primaria ante la captura de Joaquín Guzmán es la extradición. Somos un País que pide a gritos ser diferente, pero se comporta como siempre, en la acostumbrada mezquindad. Vivimos la corrupción, la llevamos con nosotros todos los días, la practicamos en todos sus niveles y asumimos con penosa naturalidad "que es normal".

No confiamos en nuestras autoridades por corruptas, pero lejos de exigirles que cambien sus conductas, pedimos que vengan a resolvernos los problemas del exterior. Muchos mexicanos quieren al Chapo purgando pena fuera de México, saben que se puede volver a escapar y dejar en ridículo, de nuevo, a las autoridades incapaces de garantizar que un individuo en proceso penal pueda saldar sus cuentas con la sociedad.

El caso del Chapo es muy interesante desde su perspectiva jurídica, sociológica y política, es un ejemplo claro de la administración de la justicia siguiendo el guión de una novela policiaca. Ahora, la historia del narcotraficante más poderoso del mundo vuelca a la farándula, al guión de una película y al affaire con una actriz.

Hace días Martín Durán, un periodista sinaloense especializado en temas de seguridad, hablaba sobre el contenido de una verdadera entrevista al Chapo que sirviera para aclarar diversos mitos de la historia moderna de nuestro México. Dijo que si tuviera la oportunidad periodística de entrevistar a Guzmán Loera le preguntaría por el ahora Senador Bartlett y la tortura del "Kiki" Camarena, sobre la ejecución en el aeropuerto de Guadalajara del Cardenal Posadas, por la fuga de Puente Grande y el Altiplano, sobre campañas políticas y otras amistades de mayor relevancia que las que le endilgan en la farándula.

El camino en la "chapohistoria" giró de manera inesperada, ahora el gobierno involucra actores y actrices para desviar la atención de lo importante. Pretenden que olvidemos que en este País el narcotráfico ha tenido las mayores planas en la prensa y los mejores espacios en las noticias de la radio y la televisión.

A Joaquín Guzmán se le deben acreditar sus responsabilidades criminales en los tribunales federales del País que lo convirtió en el capo que es y seguirá siendo. Ilusos son los que creen que las operaciones de la organización delictiva terminan con la captura del líder. Las instituciones del Estado mexicano están a prueba, cuando escucho voces de funcionarios y políticos pidiendo la extradición por el temor de una nueva fuga, me lleno de indignación y vergüenza. Me preocupa la aceptación tácita de la inferioridad de las instituciones contra la fuerza operativa y logística de la delincuencia organizada, la exhibición del mediocre sistema de justicia penal en el que sostenemos nuestra Nación.

El ex Procurador Murillo Karam dijo posterior a la captura del capo en Mazatlán: "Yo puedo aceptar la extradición, pero en el momento que yo diga. El Chapo se tiene que quedar aquí a cumplir su condena y después lo extradito. Unos 300 o 400 y para eso falta mucho". Ahora, en su nueva captura la situación es distinta, la Procuradora Arely Gómez habla con tibieza sobre el asunto.

Por eso es que me permito reflexionar sobre el México en el que vivimos, sobre todo cuando escucho voces que claman a gritos: "Llévenselo lejos, aquí no podemos con él, queremos que pague allá lo que nosotros no podemos cobrarle con justicia lo que hizo acá". Para el debate de ideas, Roberto Saviano hace una pregunta interesante: ¿Qué complicidades podría confesar Joaquín Guzmán allá, de las que nunca nos enteraríamos acá? Y esa es, como dicen en mi pueblo, harina de otro costal. Luego le seguimos... 

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