viernes, 22 de septiembre de 2017

Frida Sofía, el espejo de nuestra mexicanidad

OPINIÓN

                                                                                                           Jesús Rojas Rivera

Frida Sofía es la esperanza depositada en una teleserie, el reflejo de nuestra mexicanidad. Pero la culpa no es de los guionistas, es de nosotros por volver a creer en lo mismo. Ahora vendrá lo que ya sabemos: la mística nacional dirá que fue un pequeño fantasma, pondrán fotos, videos, harán programas especiales y llamarán a expertos al debate que conducirá Carlos Trejo con un grupo de chamanes para realizar así los peritajes que resolverán, por fin, el misterio de una manera “clara y científica”. 
Y seguiremos ahí, discutiendo lo que no tiene remedio, sintiendo desilusión, precisamente por ilusos. Pronto vendrán otros temas que desplazarán las planas de la niña, pasarán cinco, diez y muchos años más, la leyenda quedará en lo de siempre, un capítulo nuevo en el anecdotario mexicano de las desgracias.
Al paso de los días dejaremos de hablar de héroes, donativos y reconstrucción para dar paso al resolutivo final del misterio de Frida, que al igual que Monchito del 85, son reales y existen como reflejo de nuestra mexicanidad en todas sus letras.
Buscando la verdad histórica de Frida, nadie hablará de los peritajes sobre las estructuras colapsadas y el riesgo en el que quedaron miles de construcciones que, como sucede de sismo en sismo, solo se le da una repintada y resanada.
De las alarmas sísmicas y los protocolos de protección civil discutiremos poco, eso suele ser un tanto aburrido. Practicaremos simulacros de evacuación unos meses, solo mientras tratamos de olvidar este doloroso capítulo nacional.
Centralizaremos los apoyos, emulando el centralismo financiero que México ha practicado por años, para reconstruir nuestra capital y ya de lo que sobre, si bien nos va, se irá a Puebla, Morelos, Oaxaca y Chiapas. En poco tiempo levantaremos memoriales en los que aparecerán los nombres de los caídos menos el de Frida Sofía, porque los pequeños fantasmas son de anecdotarios, más no de monumentos.
Seguiremos pensando si fue buena idea o mala idea donar recursos económicos a los Topos rescatistas, porque los otros Topos dicen que ciertos Topos no son en realidad Topos de probada honestidad, y llaman a diffundir una campaña para no darle dinero a los Topos que no son ellos sino otros, logrando que al final nadie done, ni para unos, ni para otros. 
Discutiremos, con razón o sin ella, sobre el financiamiento de los partidos políticos, pediremos, sea la cantidad que sea, un 20 por ciento, 30 por ciento o 50 por ciento de los recursos asignados a ellos para la reconstrucción de lo destruido, sin monto aun cuantificado. Los más entrones diremos que de una vez entreguen todo el dinero y de ser posible que se eliminen los institutos políticos para siempre. Nuestro coraje debe llevar una causa y los partidos son hoy un blanco fácil para descargar nuestra furia.
El terremoto nos sacudió tanto la cabeza que olvidamos por completo que el proceso de construcción de nuestras instituciones electorales tardó casi 25 años. Nadie recuerda hoy las consignas de 1979, donde la exigencia mexicana era precisamente permitir la conformación de partidos plurales para la legítima competencia electoral. ¿Alguien desea regresar al monopartidismo?
Frida Sofía es un gran espejo donde reflejamos nuestra mexicanidad, dolorosamente, 32 años después de Monchito la tierra tembló de nuevo en nuestra Patria y nosotros los de entonces seguimos siendo los mismos en solidaridad y misticismo, construyendo ficciones y tambaleando instituciones, creyendo en la bondad del que llama a violar la ley para ayudar al necesitado. Políticos con vocación de Malverde, el santo patrono del que roba y reparte. Somos el México mágico que aún en la desgracia desprecia la legalidad porque sigue soñando en caudillos mesiánicos que reinventen la Nación de un plumazo. Luego le seguimos...

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