viernes, 20 de febrero de 2015

Narcocorridos: Il canto di malavita

OPINIÓN 
J E S ú S   R O J A S   R I V E R A 


Las democracias buscan garantizar libertades y de ninguna manera pueden ser administradoras de la censura. En este sentido todo aquello que limite la libertad de expresión es perfectamente debatible en la esfera de lo público. En palabras sencillas, no estoy de acuerdo en la censura al corrido mexicano, en ninguna de sus formas, bajo ninguna circunstancia.

El prohibicionismo es un elemento recurrente para los gobiernos rebasados por los problemas públicos, es una forma de mostrar el "desespero" gubernamental ante la falta de resultados en el diseño e implementación de las políticas públicas encaminadas a resolver un mal social.

La censura es el camino fácil, es un planteamiento laxo a problemas complejos y multifactoriales, me refiero en este caso a la prohibición del corrido, en particular de los llamados "narcocorridos" o "movimiento alterado", variable musical predominante en la cultura popular de algunas ciudades del norte de México.

No me detendré en analizar a fondo los comienzos históricos del corrido en México, algunos autores señalan su origen en los romances españoles de la segunda mitad del Siglo 17, tampoco quiero profundizar en los elementos que conforman esta particular "crónica popular". Desde sus orígenes el corrido ha relatado y musicalizado tragedias; asesinatos, enfrentamientos, batallas y acontecimientos que se describen en un género épico, lirico y narrativo, que algunos incluso lo han catalogado apológico.

El debate nos ocupa en la discusión sobre las facultades de la autoridad para censurarlo. En Chihuahua un grupo de regidores del ayuntamiento de la capital, aprobaron por unanimidad la propuesta del Alcalde Javier Garfio para elevar hasta 325 mil pesos la multa para quien o quienes "interpreten y/o reproduzcan contenidos musicales, videos, imágenes que hagan apología del delito en los espectáculos públicos, artísticos o de variedad", contemplando además el arresto por 36 horas a los infractores de la disposición.

En Sinaloa el Alcalde de la capital prohibió de manera parcial los corridos, en julio de 2014 canceló la participación del cantante Gerardo Ortiz, en contra sentido el Gobierno del Estado de Sinaloa contrató para los festejos de independencia a Los Tucanes de Tijuana, considerada una de las agrupaciones pioneras del narcocorrido contemporáneo en México que derivaría posteriormente en el "movimiento alterado", argumentando que Los Tucanes no cantarían corridos.

Esa pretensión absurda y obstinada para la prohibición de los corridos, me resulta difícil de comprender, toda vez que, a mi juicio, atiende los efectos del problema y no las causas. Es una solución chicharronera a un tema sumamente complejo. Las autoridades que afirman que la prohibición de los "narcocorridos" reduce la violencia, la criminalidad y el nivel de influencia del narcotráfico, mienten.

La música de la mafia, no es una expresión exclusiva de nuestro País. En Italia por ejemplo, existen las canciones de la mala vida, composiciones muy parecidas al narcocorrido mexicano que hacen un recuento lírico-narrativo de la delincuencia calabresa o siciliana, resaltan también las tantarellas napolitanas que son composiciones musicales festivas que hacen, en algunos casos, recuentos de los buenos tiempos para la delincuencia. Por falta de espacio no abordaré el tema del romance español donde se narran también hechos constitutivos de delito o apología del crimen.

Las expresiones artísticas sobre el narcotráfico no se limitan a la música, en Colombia, por ejemplo, el pintor Fernando Botero ha plasmado en su obra crudas imágenes de la violencia propia del narcotráfico, Damien Hirst un artista británico controversial también ha creado arte desde la narcocultura. En la literatura contemporánea muchos autores se han ganado un espacio entre los lectores escribiendo narconarrativas, de señalar las obras de Mario Puzo, Pérez Reverte, Fernando Vallejo, Don Winslow, y los mexicanos Élmer Mendoza, Aguilar Camín, Hilario Peña, Páez Varela, Juan Pablo Villalobos, Orfa Alarcón, Javier Valdez y Yuri Herrera por señalar algunos.

"Los espejos sirven para verse la cara, el arte para verse el alma" dijo el dramaturgo irlandés Bernard Shaw, en ese sentido las expresiones artísticas de los mencionados son el reflejo del alma común de una sociedad enferma que busca medios para expresar lo que le duele, lo que admira, lo que teme, lo que anhela. Por eso no estoy de acuerdo en la censura a ninguna forma de expresión, un mensaje de congruencia para la solución al problema sería; legislar sobre la amplia extinción de dominio de los bienes del narcotráfico, sobre el uso de recursos ilícitos en campañas políticas, campañas efectivas contra el consumo de drogas y leyes que combatan de fondo el lavado de dinero. Esas son acciones de congruencia gubernamental y no simples posturas hipócritas, luego le seguimos... 

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