viernes, 13 de enero de 2017

El odio y la protesta

O P I N I Ó N

                                                                                                            Jesús Rojas Rivera


Ayer en el Congreso local, terminando la lectura del acta de la sesión anterior, se interrumpió el trabajo legislativo con el cántico desafinado de nuestro Himno Nacional. De nuevo un grupo de ciudadanos acudió al recinto a manifestar su inconformidad por el gasolinazo, tenían ganas de seguir protestando, ellos como muchos mexicanos siguen enojados. Pero esta vez sus gritos no se pudieron contener, después de dos advertencias y la lectura del fundamento legal, en un hecho poco antes visto, se suspendió la sesión ordinaria. Todos los asuntos agendados en el orden del día no se pudieron desahogar.
 
En Sinaloa los grupos sociales han logrado mucho en la lucha pacífica e inteligente, a la sociedad sinaloense le ha quedado claro que cuando impera la razón sobre la violencia se avanza a pasos agigantados. Desafortunadamente entre los grupos de manifestantes se han infiltrado personajes radicales, voces llenas de odio que desvían la legítima protesta del camino correcto.
 
Puedo asegurarlo, porque las protestas sociales también son parte del objeto de estudio de la Ciencia Política, que la radicalización de las posturas entre los grupos de manifestantes serán el punto de fractura del movimiento. Los líderes deben saber que la crítica y la protesta, como todo en la vida, tienen sus tonos y matices.
 
Ante el enojo ciudadano por el gasolinazo, las protestas sinaloenses han dado los primeros resultados. Lograron lo que pocos se imaginaban: en el Ejecutivo el anuncio de un plan de austeridad que deja sin escolta, sin vehículos y sin celular a buena parte de la burocracia estatal. En el Legislativo la renuncia de las y los diputados a sus prerrogativas de gasolina y transportación por el orden de los 27,000 pesos mensuales por legislador, es decir, más de un millón de pesos mensuales, casi 13 millones de pesos al año. 
 
Más allá de ese recurso económico que puede ser mucho o poco dependiendo del cristal con que se mire, se aprobó también un exhorto de la legislatura local a todos los congresos locales, incluyendo la Cámara Federal, para que tomen la medida en contra del gasolinazo. Los diputados no tuvieron de otra que ceder ante la presión social. Como es propio de la actividad pública, eso tampoco nos terminó de poner de acuerdo. 

Nos guste o no nos guste, en la Cámara local se representa la soberanía popular. El Congreso de Sinaloa no tiene 40 dueños, atentar contra el funcionamiento del Poder Legislativo es un contrasentido cívico, se pierde más de lo que se gana y no se construye nada más allá de una catarsis colectiva. Por el contrario, la radicalización de la protesta niega la posibilidad del diálogo, del entendimiento y el acuerdo. 
 
Con toda claridad debo decir que en los movimientos de protesta sinaloenses existen actores políticos, con partidos o sin ellos, que buscan desde el cobijo “ciudadano” ganar popularidad y simpatías entre los electores. El camino de la protesta es también una forma de hacer campaña, esto no tiene nada de malo, al contrario, la apertura democrática a la participación política entre más ciudadanos convoque con fines lícitos es mejor.
 
Pero todo líder en movimiento tiene la gran responsabilidad de mantener en el cauce de la legalidad a sus convocados. Los liderazgos no sólo se miden en el número de seguidores, sino en la congruencia de sus actos todos. 
 
El desencanto social en el que vivimos es un caldo de cultivo perfecto para el surgimiento de caudillos y líderes mesiánicos. La historia mundial, particularmente la latinoamericana, nos ha dejado la enseñanza de que la construcción de todos los anhelos de libertad, justicia, igualdad, progreso y bienestar no se logran en la fuerza de un solo hombre, sino en la fortaleza de las instituciones construidas en la participación social. En este sentido, acuñando el dicho de Alain Touraine, sociólogo experto en movimientos sociales: “las instituciones mejoran con ciudadanos responsables, preocupados por el bien público”. Luego le seguimos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario