O P I N I Ó N |
J E S ú S R O J A S R I V E R A |
Todas las personas, incluyendo aquellas que se dedican a los asuntos públicos, tienen tres tipos de comportamientos o actuaciones: las públicas, las privadas y las íntimas. Es difícil marcar diferencia entre ellas y resulta prácticamente imposible poner una la línea divisoria que excluya unos asuntos de otros, pero existen puntos de partida, pilares en la distinción real y sustantiva de estos conceptos.
El hombre público está expuesto al escrutinio público, a todo aquello que puede y debe ser visto por cualquiera. Se caracteriza por la libertad de acceso a los comportamientos y decisiones tomadas en un encargo dotado de autoridad jurídica y política. Generalmente, si la implicación lleva en ella el uso de recursos públicos la actuación es de naturaleza pública –existiendo algunas excepciones-. El filósofo Immanuel Kant observa que lo público debe ser publicitado, incluso condiciona la máxima publicidad como principio de la legalidad. "Solo aquellas acciones que puedan ser expresadas abiertamente son legítimas". Es decir, todo hombre público debe tener apertura para transparentar los gastos de su administración, decisiones y acciones, la medida de su exposición siempre será la de máxima apertura salvo en los casos que la ley determine lo contrario. –Datos personales e información confidencial-. La distinción entre lo público y lo privado tiene fronteras más claras que aquellas que se marcan entre lo privado y lo íntimo. La delimitación entre lo público y lo privado está en el espacio donde se desenvuelven. Por ejemplo: los negocios entre particulares, la educación que se recibe, el estado civil, las relaciones de amistad, la asistencia a un evento social, la relación laboral y el salario, son cosas que se pueden saber pero no necesariamente publicar, la medida de su exposición siempre estará a consideración del sujeto. En lo íntimo tenemos los pensamientos, los sentimientos, las creencias, las aspiraciones, las animadversiones, los odios y todo aquello que se guarda celosamente para uno. De esto no debe haber escrutinio público, es el ámbito donde el sujeto ejerce su plena autonomía individual, es el reducto último de la personalidad, o como dijo el economista y político inglés Stuart Mill "Donde soy lo que soy". Con frecuencia vemos y escuchamos opiniones que transgreden la vida pública de las personas, en particular de los hombres y mujeres que se dedican a los asuntos públicos. Sobre las relaciones personales de tales o cuales actores, de los negocios –no públicos-, de los viajes de los hijos de tal o cual funcionario –sin prueba fehaciente de la utilización de recursos públicos- y de las relaciones personales y afectivas. Ciertos personajes de la opinión pública encontraron un gusto por exhibir de manera inadecuada los asuntos privados e íntimos de los personajes públicos. Se olvidan que no toda información conseguida debe ser publicada, en el manejo de la información algunos reporteros, editores, columnistas, comunicadores, periodistas, políticos y otros más que tienen acceso a los medios de comunicación, van más allá del hecho y emplean adjetivos para señalar el comportamiento de aquellos que a su parecer están actuando mal. Enjuician y opinan de los asuntos privados de las personas poniendo en riesgo el derecho a la intimidad que todo ser humano tiene. La ética pública y el derecho a la información son dos materias claves para la distinción entre lo público, lo privado y lo íntimo. El gobierno que falta a su responsabilidad de informar transgrede el derecho ciudadano a la información, de la misma manera, quien emite un juicio público sobre la vida privada e íntima de las personas violenta las libertades y comete un delito. Es un asunto muy común en nuestro estado ver y escuchar notas prejuiciosas, pendencieras, tendenciosas y vulgares que no buscan informar sino denostar. La libertad de expresión tiene límites –no necesariamente jurídicos- y se encuentra en la elemental premisa juarista del respeto al derecho ajeno. Luego le seguimos... |
viernes, 23 de enero de 2015
Lo público, lo privado y lo íntimo
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