viernes, 13 de marzo de 2015

La política "fashion"

Opinión
J E S ú S   R O J A S   R I V E R A 

Cada vez es más fre­cuente encontrar en los diversos medios de comu­nicación de nuestro estado temas sobre la "fashion poli­tics". Es decir, discusión pú­blica centrada en el análisis de elementos de la moda o la imagen de los políticos; sobre el costo de sus relojes, la marca de su ropa, la talla de sus conjuntos, entre otros accesorios estéticos que re­saltan la superficialidad de asuntos que no debieran ser importantes para la discusión pública.

Cuando se discute sobre elementos triviales e insus­tanciales para la vida pública de un estado, lo primero que debemos preguntarnos es: ¿Qué temas se dejan de lado al utilizar el espacio de un medio de comunicación para analizar y debatir asuntos de poca o nula trascendencia?

Para los teóricos Mc. Combs y Shaw la agenda pública sería una especie de espejo en el que se reflejan los temas que los medios de comunicación dan cober­tura, la influencia que estos contenidos tiene sobre los ciudadanos, la calidad en los elementos del debate y la capacidad para incidir en la toma de decisiones de los gobiernos. Es decir, plan­tean que la selección de las noticias publicadas por los medios de comunicación, tienen un efecto social y gu­bernamental. Lo interesante es encontrar ¿Cuáles son los efectos que se buscan o los impactos que se pretenden en la publicación de ciertos contendidos? En el caso que nos ocupa, ¿quién gana en Sinaloa trivializando el de­bate político, y reduciendo su análisis a meros asuntos de farándula?

La participación de los medios de comunicación en la construcción de la agenda pública la describe de mane­ra amplia el economista y po­litólogo Dr. Anthony Downs en su "Teoría Económica de la Democracia". Expone que los ciudadanos se nutren de información que fue recogi­da, transmitida y analizada por otros, quienes tienen un interés particular en la pu­blicación de los contenidos. El ciudadano termina deci­diendo el nivel de informa­ción adquirida en función de su costo de oportunidad, es decir, en función de lo que le representa invertir en tiem­po para informarse.

El espacio público en los medios de comunicación es limitado, la construcción de la agenda mediática excluye temas importantes que pue­den "no ser consumidos por los ciudadanos". Los medios juegan un papel fundamen­tal en la educación cívica de los miembros de una socie­dad, marcan las pautas de lo común, lo importante, lo urgente y lo extraordinario. La selección de temas para difundir como noticias es también un asunto público de importancia privilegiada, por eso es importante el aná­lisis sobre la "frivolización" de los contenidos respecto a los actores políticos.

Al discutir sobre asuntos de la moda y la política, es­tamos orillando a que nues­tra obtusa clase gobernante ponga esmero y cuidado en esos elementos estéticos. Es­tamos alejando la atención de los políticos de los temas prioritarios y fundamenta­les, debemos entender que la banalización de lo público tiene consecuencias en la ca­lidad de la democracia.

Poco nos debería impor­tar si las mancuernillas de un funcionario público son de Cartier o Ferragamo, si el reloj de la esposa del pre­sidente municipal es Cho­pard, Rolex o Casio, o si el vestido de una legisladora se redujo o aumentó en ta­llas. Lo que sí nos debería importar por ejemplo, es si la o los legisladores, bien ves­tidos o no: cumplieron con su agenda legislativa, dis­cutieron el presupuesto en función de las necesidades de su comunidad, aportaron a la discusión de los temas públicos en sus comisiones y representaron a los elec­tores de manera digna en su encomienda parlamentaria, lo mismo en el llevar de sus administraciones.

Nos debería de preocupar también: el respeto a los de­rechos humanos, los índices de impunidad y violencia, el desvío de recursos públi­cos a cuentas privadas, el lavado de dinero en cuentas fiscales activas, la explota­ción de niños jornaleros en los campos agrícolas entre otro centenar de temas de importancia incuestionable. Pero la tarea no sólo es de los medios, también nosotros tenemos responsabilidad como consumidores de la información, si no nos pone­mos exigentes en la calidad de los contenidos mañana será lo mismo comprar Vo­gue, Bazar, Hola, Glamour, o Vanidades que cualquiera de los periódicos de nuestra comunidad. Luego le segui­mos... 



jesusrojasriver@gmail.com

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