viernes, 22 de mayo de 2015

En solidaridad con La Pared

Opinión
                                       Jesus Rojas Rivera

Cynthia Yarel Valdez y Martín Duran son dos extraordinarios periodistas sinaloenses, los conozco hace algunos años. Desde noviembre de 2012 me platicaron del proyecto La Pared, un portal de noticias diferente e independiente; querían ejercer el periodismo de manera libre, sin censura; querían hacer crónicas y narrar historias de las que pocos se atreven a escribir por acá.

No son ningunos improvisados, Cynthia es corresponsal en Sinaloa de grupo editorial Milenio y la televisora Univisión. Martín es, además de director de La Pared, colaborador de Associated Press, una red de divulgación mundial de información y noticias; fue galardonado en 2011 por la Comisión Estatal de Derechos Humanos con el premio "Derechos Humanos del Periodismo" por la publicación del reportaje "La maldición de Graciana". Esos espacios no se ganan por compadrazgos y amistades, tampoco se heredan, ni traspasan, se ganan haciendo periodismo, escribiendo y contando verdades.

Hace unos días la revista Proceso dio a conocer la publicación del libro "Los narcojuniors: herederos del poder criminal", escrito por José Luis Montenegro, en donde se recopilan historias de los hijos de capos del narcotráfico. Para sorpresa de Cynthia y Martín, Montenegro tomó del portal de Internet sinaloense la crónica titulada "La fuga fallida del Mayito Gordo", publicada el 13 de noviembre de 2014.

El escritor, en un evidente plagio, no citó la fuente donde tomó la historia. Además, cambió partes mínimas de la crónica, faltando con ello a la ética periodística y las reglas editoriales. En las páginas 46 y 47 del libro, se puede observar íntegro el trabajo de investigación que realizaron los periodistas sinaloenses el día posterior a la detención de Ismael Zambada Imperial, hijo de Ismael Zambada García.

En su omisión, fraudulenta o descuidada, el autor del libro violentó los derechos de autoría de los periodistas de La Pared. Tuve la oportunidad de escuchar una entrevista concedida por Cinthia Yarel a un programa de noticias en la ciudad de Chicago, donde recientemente se había entrevistado a José Luis Montenegro, autor del plagio. "No pedimos nada más que el reconocimiento a nuestro trabajo, por respeto a todos los periodistas que consiguen las notas en la línea de fuego". Eran las palabras de una mujer valiente, defendiendo su trabajo en uno de los oficios más peligrosos del mundo, en uno de los países considerado de mayor alto riesgo para su ejercicio.

"Somos, ciertamente, un medio pequeño, pero trabajamos muy duro con los recursos que generamos, nosotros sí hacemos el trabajo en campo y no sólo estamos haciendo notas de mitotes de redes sociales. Exigimos al autor del libro que le dé crédito a nuestro trabajo y que al lector no se le engañe. No podemos presentar narrativas de cosas que no nos constan o de las cuales no obtuvimos testimonio. Cuando uno va a tomar algo de otro medio por elemental respeto se debe citar la fuente".

Esas mismas palabras se replicaron en un documento dirigido a la opinión pública emitido por La Pared. La página de noticias "no advierte dolo" de parte de José Luis Montenegro, pero le pide que de manera inmediata aclare el asunto y reconozca el trabajo periodístico realizado en el Valle de San Lorenzo; hasta el día de hoy, el autor ha guardado total silencio.

Las editoriales están esperando gustosas narco-historias, la narco-narrativa ha encontrado un mercado de lectores que consume información constantemente. Existen en México excelentes expositores del nuevo género literario, la mayoría son excepcionales escritores o periodistas muy serios. El problema es que el mercado a veces exige más de lo que se produce y entonces oportunistas toman de Internet lo que les parece adecuado. Arman historias de "investigación" y construyen realidades ilusorias, dando al lector lo que busca y muy pocas veces reconociendo crédito a los verdaderos constructores de la historia.

Por el respeto y el reconocimiento al trabajo de Cynthia Valdez y Martín Durán, me solidarizo en su exigencia: para que nadie nunca lucre con el arriesgado y esmerado esfuerzo del que consigna la nota al filo del peligro, estoy con ustedes amigos. Luego le seguimos...

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