viernes, 22 de abril de 2016

Mitofsky, De las Heras y Sáenz: el rol de las encuestas



Columna

                                                        Jesús Rojas Rivera

¿Influyen las encuestas en las preferencias de los electores? Es la pregunta más recurrente en cada proceso electoral. Las casas encuestadoras y las empresas que realizan estudios de opinión pública, cada año electoral van al banquillo de los acusados. 

Es sencillo, publicada una encuesta todos resultarán inconformes, menos el partido o candidato que se presente con las preferencias más altas. Los actores políticos suelen decir: “Nadie confía en las encuestas, todas las empresas las ‘cucharean’ menos la que me ponga arriba, la que me haga ver competitivo y se adecue a mi estrategia de campaña”. Las encuestas son, en resumen, un instrumento electoral al que se le puede creer o no, en la medida en la que refleje la idea o el ideal que tenemos sobre el proceso electoral en cuestión.

En mi opinión existen dos tipos de encuestas: las que se publican en medios masivos y las que se consumen en los “cuartos de guerra”; las primeras tienen un fin propagandístico y son parte de los elementos de la comunicación de la campaña, las segundas son instrumentos serios para la toma de decisiones. ¿Cuál es la encuesta que más sirve? Dependerá el fin que se busque con ella.

¿Son confiables las encuestas? Claro que lo son, los estudios demoscópicos son instrumentos metodológicos inscritos en los tratados de las Ciencias Sociales, prácticamente todas sus ramas son aceptadas como parte del método científico en el planteamiento de problemas y la profundización de la hipótesis. El problema no son las encuestas y sus metodologías, el problema son los resultados.

En la última reforma político-electoral las encuestas entraron en el debate legislativo y fueron parte de las nuevas disposiciones en la materia. El acuerdo del Consejo General del INE -INE/CG220/2014 establece los lineamientos y criterios generales del carácter científico que deben observar las personas físicas y morales que pretendan ordenar, realizar y/o publicar encuestas por muestreo, encuestas de salida y/o conteos rápidos que tengan como fin dar a conocer preferencias electorales así como preferencias sobre consultas populares.

La Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales es clara, si la encuesta o sondeo se difunde por cualquier medio debe hacerse del conocimiento de la autoridad electoral, entregando copia del estudio de la información publicada a más tardar cinco días naturales posterior a la publicación. Del mismo modo deberá señalarse el nombre o la denominación social y logotipo de la empresa que patrocinó o pagó la encuesta, así como de aquella que realizó el estudio, además de la que ordenó su publicación. 

Las encuestas publicadas deben definirle a la población en general: A) Información detallada de la población sujeta a estudio, B) El fraseo exacto de la o las preguntas, C) La frecuencia de no respuesta y nivel de rechazo, D) El método de recolección de información, F) El nivel de confianza y margen de error. 

Hasta el jueves 21 de abril, Consulta Mitofsky de Roy Campos, Demotecnia de María de las Heras y el Gabinete de Comunicación Estratégica de Liébano Sáenz han publicado encuestas en medios masivos de comunicación sobre el proceso electoral sinaloense. Cada uno presenta resultados muy distintos. Campos, De las Heras y Sáenz presentan rostros muy distintos de las preferencias electorales de los ciudadanos en Sinaloa. Pareciera que la matemática y la estadística no se quieren poner de acuerdo en nuestro estado. Cada uno de ellos asegura tener un 95 por ciento de nivel de confianza. Pero ¿en cuál encuesta debemos de confiar si los resultados marcan escenarios diametralmente distintos?

No me atrevería amable lector a decantarme por una de ellas sin hacer antes un análisis serio y profundo de las metodologías, una evaluación escrupulosa de los cuestionarios, un seguimiento minucioso de los levantamientos y el procesamiento de la información. Para su servidor todas son tan válidas como cualquier dogma de fe. Crea usted en la que guste, o no crea en ninguna, que los estudios de opinión electoral en México son más un asunto de mística que de razón. Luego le seguimos...

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