viernes, 12 de mayo de 2017

Escuinapa marchó por Sinaloa pidiendo paz

OPINÓN

                                                                                                      Jesús Rojas Rivera

Escuinapa se movilizó, le puso la muestra a Sinaloa, el cascabel al gato. El cobarde asesinato de tres profesores rurales en la sierra de Concordia hizo que el pueblo, en un acto de solidaridad con las familias de las víctimas, marchara en protesta exigiendo justicia. El reclamo no sólo era de familiares de los fallecidos y compañeros del gremio, también eran amas de casa, estudiantes, comerciantes, jornaleros, pescadores, todos marchando en silencio, cargando el luto que para entonces era colectivo.

Escuinapa es un pueblo pequeño pero solidario, sabe organizarse y no le tiene miedo a protestar contra el gobierno. No hace mucho los ciudadanos marcharon contra los resultados del proceso electoral pasado donde resultó electo Hugo Enrique Moreno Guzmán, miles de escuinapenses le llamaron entonces “marchas por democracia y dignidad”. 

Estuve con ellos antes y estoy con ellos ahora, acompañé a mis paisanos en ese ejercicio de legítima protesta contra el mal gobierno que no quiere entender que el tema de la inseguridad se debe atender de manera inmediata. Los ciudadanos están cansados, muy molestos por los niveles que alcanzó la violencia en Sinaloa. 

Así lo decían, el reclamo era al Gobierno por dejar a los ciudadanos desprotegidos, en la indefensión. “¿Si mataron a unos maestros trabajando, qué nos podemos esperar nosotros?”, se preguntaban los asistentes.

Así es como se sienten miles de sinaloenses, inseguros, preocupados y olvidados. La estrategia de seguridad de Quirino Ordaz ha sido fallida, los muertos se siguen acumulando y no se ve luz para dar con los responsables. La impunidad duele, le duele a los deudos de las víctimas y le duele a Sinaloa. 
De las investigaciones sobre la ejecución de los docentes sólo se sabe que “fue una confusión”, pero hasta la fecha ninguna autoridad se ha comprometido a dar con los asesinos. Esa falta de responsabilidad es la que motiva a los ciudadanos a tomar la calle, a repudiar en silencio y sentir el desamparo de la ley. 

El daño no es sólo para el magisterio, en las calles mueren inocentes ajenos a todo conflicto. La idea que pretende trasmitir el Gobierno de que la inseguridad es un asunto de “percepción” o la nueva, que son “hechos aislados”, hace que el repudio sea mayor, porque además del dolor del crimen que nos enluta está la sensación de la mentira, de jugar con la inteligencia de las ciudadanas y los ciudadanos que ven todos los días que los muertos suman centenares. 

Quirino camina para convertirse en el próximo Peña Nieto para el PRI en Sinaloa, está en la ruta de ser el gobernador más despreciado y peor evaluado en la historia local. El modelo de comunicación que está siguiendo es el mismo que llevó al Jefe de Estado a los sótanos de la credibilidad, ya sea evadiendo los temas importantes y dolorosos para la sociedad, o mandando mensajes contradictorios y ofensivos a la inteligencia de los electores. El PRI lo comienza a notar y lanza apenas tímidos mensajes para llamar la atención del mazatleco. 

Quirino evidentemente no puede controlar la violencia, pero sí puede controlar sus declaraciones. Los grandes errores del Gobernante estatal en estos primeros 100 días están precisamente en lo descuidado de los detalles, en las declaraciones absurdas y la insensibilidad de sus posturas. Que no se le olvide a Quirino que minimizar la muerte de un padre, de una madre o un hermano, no es cosa menor. Lo peligroso es que, en un estado convulso como en el que vivimos, los muertos caen en todas partes y nadie se salva de ser “daño colateral”, tocamos madera y luego le seguimos…

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