O P I N I Ó N
Jesús Rojas Rivera
A
días de festejar el centenario de la Constitución, debo confesar que es
Venustiano Carranza uno de los personajes históricos al cual guardo
mayor admiración. La Revolución Mexicana dejó a nuestro País partido en
muchos bandos, esa idea rancia y falaz de una guerra entre el México de
los pobres contra el de los ricos es algo que debe quedar superado en el
ideario nacional. El movimiento revolucionario tiene múltiples aristas
que deben ser exploradas sin ligereza, fuera del maniqueísmo de la
historia oficial a la que muchas veces me he referido como la
construcción de una “ficción nacional” que ha creado falsos héroes e
impostado malvados villanos.
La
ciencia histórica no juzga, me decía la doctora Laura Rueda cuando
leímos “De los borbones a la revolución”, un extraordinario y didáctico
texto para la enseñanza universitaria de la historia nacional. Para la
investigadora, la Historia debe reducir los adjetivos en su narrativa,
concretarse a explorar los hechos y dar un fiel recuento del “hecho
histórico”, más allá de ello es ficción y las ficciones no construyen
ciencias.
La
historia me apasiona, tener claridad del origen nos lleva a prospectar
mejor el futuro. Carlos Pereyra compiló una serie de ensayos de
reconocidos historiadores y escritores mexicanos, “¿Historia para qué?”
es un libro que le recomiendo ampliamente estimado lector, en particular
los ensayos de Luis Villoro titulados “El sentido de la Historia”, y
“La Historia maestra de la Política” de Arnaldo Córdova.
Sobre
la Constitución de 1917 debo decir que recoge las más puras
aspiraciones del derecho social. Como muchos de ustedes saben, nuestra
Ley de Leyes ha sido referente y pilar en la legislación internacional,
así como fuente de inspiración para otros ordenamientos jurídicos en
países tan parecidos como los latinoamericanos y tan distintos como
otros de lejanas latitudes.
De
los sinaloenses que participaron en la redacción de la ley en 1916 y
posterior promulgación constitucional de 1917, en el México
postrevolucionario convocar a los constituyentes fue una tarea muy
difícil, además de los evidentes problemas en las vías de comunicación,
el poder político se sostenía en cacicazgos regionales que hacían muy
difíciles los procesos de negociación y acuerdos.
A
manera de reconocimiento y en conmemoración por este centenario de la
Constitución, me permito una breve mención de nuestros constituyentes.
Los sinaloenses por nacimiento o adopción que representaron a nuestro
estado y a otras entidades del País en este proceso histórico que dio a
nuestra Patria un marco normativo para la justicia, la paz y el
desarrollo.
Pedro
Zavala fue un ingeniero militar oriundo de Culiacán que figuró entre
las filas de Madero y Carranza durante los tiempos revolucionarios, era
además un prodigio con la pluma. Andrés Magallón fue un político de
mucha trayectoria que desempeñó diversos cargos en la administración
pública en el puerto de Mazatlán y el Gobierno federal, se le reconoce
como pionero de la Escuela Náutica de Mazatlán.
Carlos
Esquerro nació en Concordia y fue partidario de la causa maderista en
Sinaloa, al triunfo de la causa fue nombrado diputado. En sus
intervenciones defendió el derecho de pensiones para los trabajadores y
revolucionarios. Cándido Avilés fue militar que defendió el puerto de
Mazatlán contra las fuerzas “huertistas” en 1914, político cercano a
Venustiano Carranza quien le otorgó buenas credenciales en el ejército
“constitucionalista”. Emiliano García fue un liberal seguidor de la
causa “magonista”, nacido en El Fuerte se dedicó a pregonar las ideas
revolucionarias en el norte de Sinaloa. Ignacio Ramos Praslow, Antonio
Guerrero, Emiliano Navarrete Ceceña y Antonio Norzagaray sean también
recordados.
Estoy
seguro que la Constitución no es perfecta, pasados 100 años de su
nacimiento quedan muchas cosas por hacer. Nuestros esfuerzos y
compromisos deben estar en su cumplimiento. Nuestra Constitución procura
para nosotros libertad, igualdad, educación, democracia, independencia,
en ella se guarda el legado de muchos hombres y mujeres que dieron su
vida para un México mejor y más justo. Dejo constancia de este último
párrafo para responderle a Sebastián y Santiago una pregunta que me
hicieron en el marco de estos festejos: ¿Para qué sirve una Constitución
papá? Luego le seguimos...
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