El bandódromo y los nuevos turistas
Jesús Rojas Rivera/ Politólogo.
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Viernes 18 de abril de 2014
A petición de las autoridades de
Río de Janeiro, el arquitecto Oscar Niemeyer inició en 1982 los primeros trazos
para la construcción de una obra única en su tipo, el sambódromo de la ciudad.
Por órdenes del gobernador Leonel de Moura Briziola, político de carrera,
influyente y formado en las filas de la izquierda, quien había ideado un
espacio público para la práctica de eventos masivos, principalmente para la
realización de uno de los espectáculos más conocidos del mundo, el universal
carnaval de Río.
Las autoridades cariocas,
pensaron en la construcción del Marqués de Sapucai, ante los diversos
conflictos que causaba a los vecinos el paso del carnaval por las principales
calles de los barrios. En aquellos años, se buscó una solución para mediar los
excesos de las festividades, sin descuidar el atractivo turístico de la música
y los bailes propios de su tipo, así nació el recinto para la celebración del
carnaval en el año de 1984.
La idea original fue plasmada fielmente en la
construcción del recinto. La petición del gobernador era crear un espacio nuevo
donde se mantuviera vivo el tradicional espíritu popular del carnaval y que, al
mismo tiempo, diese espacio libre para el disfrute de la escandalosa música, el
consumo de bebidas embriagantes y el baile de los sensuales ritmos, típicos de
esas festividades.
Se buscaba no perder la esencia
de la fiesta y respetar los derechos de los habitantes de Río de Janeiro. El
planteamiento, diseño, ejecución y seguimiento del sambódromo, fue un caso
exitoso de política pública, muy mencionado en la opinión internacional hace
más de 30 años.
Guardando sus proporciones,
Mazatlán se enfrenta a un problema similar respecto al “perfil” que debe
guardar como destino turístico. Las cifras de visitas al puerto reportan un
significativo repunte, el destino turístico comienza a cambiar sus números en
cuanto a la preferencia de los turistas.
Según la Secretaría de Turismo,
en los primeros meses del año Mazatlán recibió 187,000 visitas de las cuales
117,000 son de turismo nacional y 70,000 de turistas internacionales. El
turismo nacional tiene sus gustos y aficiones, disfrutan del destino de maneras
muy diferentes a los extranjeros. Poco a poco, aquél que fuera un puerto para
el descanso de extranjeros retirados y viajeros de la tercera edad, se
convierte en un atractivo destino para turistas mexicanos que buscan diversión
en la música y bailes al estilo sinaloense.
Este cambio en el perfil del
turista, tiene que ver con la apertura de la Supervía Mazatlán-Durango, que
acerca a los estados del norte con las costas del pacifico, los datos estadísticos
de Datatur revelan que el turismo nacional del norte del país dejará una
importante derrama económica en el puerto. Mazatlán está viviendo un repunte
histórico en sus ingresos que se refleja en la economía del estado.
Este reacomodo de las cifras, obliga
a los gobernantes al diseño de política públicas que incentiven la llegada de
más turistas, pero que, al mismo tiempo no desinhiban al turismo tradicional insertos
en un nicho de mercado ya ganando, por ejemplo, el de aquellos fieles
visitantes americanos y canadienses que año con año se dan cita en el puerto
para el disfrute de sus tiempos libres.
La creación del bandódromo, me
recuerda el espíritu en el diseño del sambódromo en Brasil. Se busca dar al
turista nacional ese espacio de entretenimiento y folklor que da nuestra música
tradicional. Esos ritmos alegres que invitan a la festividad y el festejo
interminable, que se acompañan de bebidas embriagantes y gritos de algarabía
popular.
El bandódromo guía a quienes
gustan de esos ritmos musicales lejos de la zona hotelera, tal como en Río de
Janeiro, la política pública busca mediar los diversos intereses de los
turistas sobre el puerto, en el equilibrio de la fiesta y el descanso.
Ya se verá en el transcurso de los
próximos meses, si la decisión de la autoridad municipal tiene arraigo en el
complicado gusto del turista nacional y al mismo tiempo, las consecuencias que
ello tendrá en la percepción del turista extranjero, de aquellos fieles visitantes
que han acompañado a Mazatlán en las buenas y malas. Luego le seguimos.
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