viernes, 1 de agosto de 2014

Casino Culiacán


Jesús Rojas Rivera/Politólogo.
Viernes 6 de junio de 2014

La ciudad se llena de tragamonedas, la autoridad federal persigue, la municipal se corrompe. Hace días llamó mi atención un grupo de jóvenes ludópatas vestidos con uniformes escolares de bachiller, que alegremente se divertían apostando en una máquina tragamonedas en conocida y céntrica colonia de la capital.

Esperé y observé, mientras ellos depositaban diversas cantidades que, conforme se elevaban las apuestas sus emociones, gritos y algarabías hacían lo propio. La diversión era contagiosa, la juventud suele envolver en sus bullas y bromas a quienes observan sus lúdicas actividades.

Las apuestas y los juegos de azar tienen reglamentación clara. En México la norma que regula dicha actividad tiene rango de ley, se llama Ley Federal de Juegos y Sorteos y prohíbe las apuestas; cosa que en Culiacán se permite con la corrupta complacencia y permisividad alcahueta de las autoridades municipales.

En dicha Ley queda estrictamente prohibido los jugos de azar y juegos con apuestas, de total certidumbre las maquinitas tragamonedas que se encuentran por toda la ciudad son ilegales, salvo las permitiditas por la Secretaria de Gobernación en lugares acondicionados para tales fines mismos que cubren las características de un Casino.

Posterior al evento de los jóvenes apostadores, puse particular atención en mis recorridos por las calles de Culiacán. No es una exageración asegurar que prácticamente en todas las colonias del municipio existen máquinas tragamonedas a la vista de usuarios y autoridades.

Mi curiosidad me llevó a preguntar a los dependientes de varias tiendas de abarrotes, donde existen las mencionadas máquinas de apuestas, sobre el funcionamiento del negocio. En palabras llanas coincidieron en que es un esquema 40-40-20. Cuarenta por ciento de las apuestas acumuladas para el dueño de las máquinas, cuarenta para el dueño del local y veinte para los “permisos” de la autoridad municipal.

Coincidieron también en que las autoridades federales las incautan, se las llevan confiscadas pero no cierran los comercios o locales, solo aperciben a los dueños de no tener dichas máquinas en sus negocios por ser ilegales. El artículo 8 de la Ley Federal de Juegos y Sorteos, dice que la autoridad federal clausurará todo local abierto o cerrado donde se efectúen juegos prohibidos que no cuenten con la autorización legal correspondiente.

Los riesgos de los juegos de azar están en los vicios que se generan socialmente, la ludopatía es un impulso irreprimible de jugar y correr apuestas, donde el único ganador será el dueño de la maquina tragamonedas cuya programación generalmente entrega el del 5 al 10 por ciento de lo depositado, en rangos aleatorios.

La ludopatía es un riesgo social, encierra círculos de violencia y crisis económicas en las familias. Según la Organización Mundial de la Salud, el 20 por ciento de los ludópatas tienen tendencias suicidas y el 90 por ciento de los que presentan dicha enfermedad, dilapidan el patrimonio de sus familias. Se calcula que en México la ludopatía crece de manera acelerada y alarmante, las autoridades están obligadas en atender jurídicamente el tema. La permisividad y la corrupción  no es un asunto menor.

Los dueños de las maquinas prueban suerte en diferentes ciudades. Poco a poco, dentro de un plan bien definido, dejan sus aparatos en diversos municipios de México, donde encuentran el cobijo de la autoridad municipal se instalan y trazan complejas redes de operación. Contactan a funcionarios públicos y ofrecen dinero, mucho si “jala” bien el negocio.

Todo este modus operandi fue documentado en un caso lamentable en la municipalidad de Tonalá, Jalisco. Allí, el Alcalde Jorge Vizcarra fue desaforado para enfrentar la acusación de la PGJE de Jalisco por su presunta participación en el asesinato de Carlos Romo Guízar, director de Mejoramiento Urbano del municipio en 2007.


El móvil del  crimen fue la operación ilegal de máquinas tragamonedas, y en la averiguación previa se describen las formas de operación y los alcances económicos que tienen los promotores de estos juegos de azar. Tonalá en 2006 y 2007 se convirtió en un casino, entonces allá, como hoy acá, era común observar las maquinas por toda el municipio. El afamado contrabandista de Chicago, Al Capone dijo en sus memorias; “Es claro que en los negocios de los vicios los gobernantes corruptos siempre ganan millones, porque para trabajar con millones, no podemos hacerlo a escondidas de la autoridad”. Luego le seguimos.

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