viernes, 1 de agosto de 2014

De cuentos y cuentas públicas

Jesús Rojas Rivera

Viernes 11 de Julio de 2014

El 19 de de junio pasado, Antonio Vega Gaxiola tomó protesta como auditor superior del estado. En su envestidura lleva una de las responsabilidades más grandes para el funcionamiento de las instituciones en Sinaloa. Fue electo responsable del órgano técnico cuya tarea es la revisión y fiscalización de las cuentas públicas del Gobierno del Estado, las paraestatales y los municipios. Es el contralor, el garante del sano ejercicio en el gasto de los recursos que los ciudadanos pagan.

Marco Antonio Fox, se había ganado poco a poco el respeto y la admiración de la ciudadanía haciéndole honor al cargo que envestía. Su lamentable deceso no pudo llegar en peor momento para el ejercicio del contrapeso que representa la rendición de cuentas. En los días cercanos a su accidente, la Auditoría Superior del Estado comenzaba el estudio de las cuentas públicas correspondientes a los cierres de ejercicio en las administraciones municipales, dicho sea de paso, donde históricamente se ventilan más observaciones, por la desafortunada costumbre municipalista llamada “el año de Hidalgo”.

La Auditoría analiza, estudia, valora y consigna lo referente a los ejercicios financieros del los organismos públicos; ingresos y egresos, gasto corriente, cuentas fiscales, bienes muebles, activos, inmuebles, pasivos, en general todo el patrimonio que es de nosotros los ciudadanos y lo tienen ellos, los políticos, para el ejercicio de su función gubernamental. El Auditor no señala si los gobernantes hicieron bien o mal su trabajo, únicamente dice si el gasto público fue ejercido en apego a la ley o no, dando elementos técnicos a los diputados para la valoración del punto medular en todo ejercicio de gobierno: la cuenta pública.

Las cuentas públicas son el insomnio de los malos políticos, “el coco” de las administraciones chuecas, el talón de Aquiles en la corrupción, es el lazo vinculatorio en el ejercicio del gobierno y la rendición de cuentas. La cuenta pública tiene como propósito comprobar que la recaudación, administración, manejo, custodia y aplicación de los ingresos y egresos durante un ejercicio fiscal, se ejercitaron en términos de las disposiciones legales y administrativas aplicables.

Posterior al análisis, la Auditoría remite un documento a manera de informe a los diputados integrantes de la Comisión de Fiscalización, donde se realizan de manera puntual las observaciones encontradas en la revisión y fiscalización de la cuenta pública correspondiente.

El análisis, la interpretación y el sentido del voto sobre la aprobación de las cuentas públicas queda estrictamente en manos de los diputados. Las observaciones de la Auditoría sobre las cuentas públicas son valoradas y juzgadas por los legisladores, ellos son los únicos que pueden abrir la puerta para las sanciones mayores a los malos gobernantes.

En las cuentas públicas que vienen están los casos lamentabilísimos de los bonos de final de trienio, del desvío de recursos de cuentas federales a cuentas privadas, de la adquisición de camionetas de lujo que desaparecieron de los inventarios, del pago a proveedores con recursos etiquetados a programas federales, del endeudamiento adquirido sin consulta al legislativo, de la retención ilegal de ISR a trabajadores municipales, del pago de indemnizaciones, liquidaciones y horas extras a funcionarios fuera de toda legalidad, la inversión de fondos públicos en instrumentos de deuda y el desvió de las ganancias obtenidos en las transacciones. En fin, todas las aberraciones administrativas que usted pueda imaginar, la ASE lo acredita en las observaciones, que muchas veces, no merecen ni la lectura más superficial de los diputados.

Lo verdaderamente increíble, es que, ante las contundentes pruebas presentadas por la Auditoría, las sanciones para los desfalcadores del erario lucen por su ausencia. Tal vez la explicación a este oprobio fiscalizador se encuentra en un dicho muy socorrido en mi pueblo: “para que la cuña apriete, debe ser del mismo palo”, porque desafortunadamente, la fiscalización gubernamental en nuestro estado siempre ha sido más cuento que novela. Luego le seguimos.

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