viernes, 1 de agosto de 2014

Seductoras dictaduras

Jesús Rojas Rivera

Viernes 4 de Julio de 2014

Imagine usted una sociedad igualitaria, donde todos tengan acceso a servicios salud pública, trabajos bien remunerados y una calidad de vida óptima. Donde se reivindiquen los derechos sociales y se garantice la igualdad entre todos los nacionales. Bajo esos preceptos se fundaron las dictaduras más sangrientas de las que tenga memoria la Humanidad.

En las dictaduras, el poder político lo ejerce una persona o un grupo de personas al margen o por encima de las leyes, sin necesidad de rendir cuentas, ni sujetarse a los contrapesos de poder. Generalmente las dictaduras pretenden o invocan el interés público y la solución a los problemas comunes mediante la aplicación de modelos económicos radicales y la restricción o supresión gradual de las libertades individuales.

Para el reconocido politólogo Norberto Bobbio, quien presenta un esquema conceptual de la dicotomía de los términos en la Ciencia Política, la antítesis de la democracia es la dictadura. Es decir, todo aquello que atenta contra las libertades, el disfrute de los derechos de los ciudadanos y las instituciones sujetas estrictamente a la norma constitucional y legal.

Los dictadores seducen con sus palabras, dibujan sonrisas en quien los escucha, suelen ser excepcionales oradores, grandes maestros de la falsaria. Líderes que arrastran seguidores que terminan convirtiéndose en fanáticos al grado de idolatría.

Benito Mussolini, el Duce, varias veces intentó llegar al poder desde las filas del Partido Socialista Italiano. Tomó por bastión los medios de comunicación y desde sus desafiantes columnas planteó con rebeldía un nuevo orden social. Ganó simpatías y generalizó las ideas del fascismo, ideología que le generó un número significativo de adeptos denominados “camisas negras” con los cuales se hizo del poder en 1922.

Adolfo Hitler fue un líder amado en la Alemania de los treinta, llegó al poder con el apoyo del Partido Nacionalista Obrero Alemán, igual que otros dictadores era un elocuente orador que no tardó en ganar simpatías con sus atinados discursos. Prometió en sus campañas impulsar un nuevo orden de justicia e igualdad para los alemanes naturales del pueblo germánico. Mediante la exaltación del antisemitismo y anticomunismo unió a los alemanes con un programa de propaganda de probada eficiencia.

Durante el gobierno nazi que encabezó, eliminó a más de 6 millones de personas en su mayoría judíos. El genocidio más grande del que se tenga conocimiento en la historia de la humanidad lo ordenó un hombre sin límite de poder, con el respaldo de un pueblo adoctrinado y fanatizado con ideas de bienestar y progreso, sumadas a un odio racial por todos aquellos diferentes a los suyos.

Del mundo moderno Lenin el hierro comunista, Stalin el playboy georgiano, Mao el tigre asiático, Francisco Franco el autócrata español, Pinochet el rastrero de la Moneda, Fulgencio Batista el todopoderoso cubano depuesto por Fidel Castro quien al tiempo también se volvería dictador, Saddam Hussein el represor iraquí, Mubarak el nuevo faraón del Egipto, Gadaffi el socialista islámico, Videla y Perón los argentinos autócratas, Manuel Antonio Noriega el totalitario de Panamá, los Somoza de Nicaragua, Tiburcio Carias el asesino hondureño, José Antonio Paéz el secuestrador de Venezuela y el siempre nuestro don Porfirio Díaz. Entre otros.

Resulta increíble que a pesar de la sangrienta evidencia que nos ha dejado en la Historia el fantasma de las dictaduras, jóvenes mexicanos tengan afinidad por dichas ideologías. Tal vez sea como dice un colega politólogo que; “Los atrae la elegancia de sus uniformes, su disciplina castrense, el glamour de sus condecoraciones, lo regio de la vida que proyectan junto con su ideología combativa, romántica y seductora, de ahí lo atractivo para una juventud que navega sin sentido del mundo ni de su historia, atrapada en un relativismo amorfo, donde la ideología política de su patria, de su partido, religión o sociedad, no le dan alicientes ni certeza existencial para interpretar el mundo y su circunstancia”. Luego le seguimos.

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